-Milán era una ciudad bastante saturada de tráfico y muy afectada por la contaminación hasta que se implantó el Ecopass– una medida similar a un peaje por circular por determinadas zonas de la ciudad-. Puedes desplazarte a ella en coche y es una opción interesante si te quieres mover por la región, pero no lo es si quieres llegar en coche al centro de la ciudad. Deja el coche en algún lugar más alejado y utiliza el transporte público, que funciona bastante bien.
-Milán cuenta con dos aeropuertos principales: Linate y Malpensa; al que en los últimos años las compañías de bajo coste han añadido el de Orio al Serio, que en realidad siempre había sido considerado anteriormente como el aeropuerto de la cercana ciudad de Bérgamo. Para llegar desde éste al centro de Milán, lo más cómodo y rápido es coger los autobuses que salen desde el mismo aeropuerto a la Estación Central. No obstante- si se tiene tiempo y no se va muy cargado- siempre se puede hacer una brevísima escapada a la ciudad vieja de Bérgamo, que merece la pena.
-El transporte urbano en Milán funciona bastante bien. El metro no cubre toda la ciudad, pero es más que decente, y se complementa con los tranvías, los autobuses y los trenes de cercanías. Es la manera más cómoda de moverse, aunque para trayectos no demasiado largos Milán es una ciudad agradable para caminar. El billete “Giornalero” para las 24 horas es la mejor opción. Con tres viajes que hagamos, nos compensa comprarlo.
-Los conductores de autobús y tranvía no venden billetes. Hay que comprarlos en estancos y quioscos. Si planeamos movernos en estos medios de transporte, especialmente fuera de las horas comerciales, conviene tener alguno ya comprado para guardar en la cartera y usarlo cuando no nos venga bien o no encontremos cerca un puesto de venta de billetes abierto.
-Milán es un paraíso para las compras… si se tiene mucho dinero. No obstante, pueden surgir buenas oportunidades. Quien quiera comprar moda sin gastar el dineral habitual, puede buscar alguno de los outlets temporales o permanentes que hay en la ciudad.
-El Duomo es la gran visita obligada de la ciudad. Evidentemente, visitarlo merece mucho la pena. La entrada a la Catedral es gratuita. La visita se debería completar con un paseo por el tejado de la misma (no obstante, quien viaje muy de bajo coste puede prescindir de él). Tanto las escaleras como el ascensor para subir a él están ubicados en el lateral izquierdo de la Catedral. Para quien esté más o menos en forma, recomiendo las escaleras. Se tarda unos minutos, pero no son ni tantas, ni tan difíciles como para justificar la diferencia de tres euros con respecto al precio del ascensor.
-Para el visitante, es una pena pasar por Milán y no ver el fresco de “Il cenacolo” de Leonardo da Vinci. En fines de semana y temporada alta es absolutamente necesario reservar con varios días (incluso semanas) de antelación para garantizarse el acceso. Si no se ha hecho así, quedan dos alternativas: acudir a primera hora de la mañana esperando que haya habido alguna cancelación de última hora o acudir a alguna de las empresas de guías turísticas que disponen de entradas para vender conjuntamente con sus tours o rutas.
-Milán se puede ver en más de un día… pero es factible conocer la mayor parte de sus atractivos en uno solo. Si tienes más de un día de estancia en la zona, quizá deberías plantearte una excursión cercana, por si la ciudad se te hace poco. Dependerá del tiempo del que dispongas, pero recomiendo especialmente el Lago Como –si el clima acompaña- o visitar la ciudad de Verona –aunque está relativamente alejada de Milán-. Bérgamo es una excursión bastante más sencilla, si nos falta tiempo.
-No tengo buenas experiencias con las ventanillas de las estaciones de tren de ciudades pequeñas como Bérgamo o Como. Mi experiencia me dice que es habitual que haya colas, no grandes, pero suficientes como para perder un tren si se va con poco tiempo de antelación. Hay máquinas expendedoras que aceptan billetes, pero no se llevan muy bien con las tarjetas de crédito y suelen disponer de pocas monedas para dar cambio. Una de dos, o compráis el billete con antelación o llegad a la estación con tiempo suficiente.
-Una de las grandes tradiciones gastronómicas de Milán es el Aperitivo, que se toma antes de cenar y suele consistir en platos de comida que se colocan en la barra o en alguna mesa auxiliar para que te vayas sirviendo mientras tomas un bebida. Los precios de las bebidas son más caros entonces que el resto del día. A este periodo se le conoce como la “Happy Hour”, muy diferente de lo que entendemos en España por este término. En algunos sitios, esta “Happy Hour” supone todo un buffet que sustituye a la cena. Eso sí, es una costumbre muy social, por lo que alguien que vaya solo a uno de estos bares puede sentirse un poco fuera de lugar.