Qué ver en Milán

Duomo

La Plaza del Duomo es el corazón tanto geográfico como urbano de Milán, así como su principal centro turístico.

La gran explanada que se sitúa frente a la Catedral (Duomo) combina la vista del gran edificio religioso de la ciudad y la entrada a la galería comercial Vittorio Emanuele II. No obstante, la fachada de la Catedral- inconfundible por la gran cantidad de pináculos y pequeñas torres profusamente decoradas- es el gran monumento de la plaza y de la ciudad.

No se puede llegar a la exageración de decir que Milán es el Duomo y poco mas, pero si hay que reconocer que es su edificio mas espectacular.

No obstante, si el Duomo resulta ya imponente por fuera, por dentro me resultó aun más llamativo. La primera impresión que me dio fue de sorpresa, ya que aunque ya la fachada apunta a un edificio muy grande, la impresión del interior es de ser un edificio aun mayor de lo que parece por fuera. Tanto la longitud como la altura de la nave principal resultan impresionantes. El complejo parece aun mayor teniendo en cuenta dos elementos característicos de la iglesia: los cuadros que cuelgan de las columnas que delimitan la nave central y las enormes y coloridas vidrieras tanto de los laterales como de la zona situada tras el altar mayor.

Milan

La catedral merece una visita con calma para disfrutar de sus rincones. La entrada es gratuita.

Además del interior de la Catedral, el Duomo ofrece otra atracción importante. En uno de los laterales del edificio (el izquierdo), hay unas escaleras y un ascensor que permiten subir a la azotea del edificio. Las escaleras son estrechas, pero no demasiado difíciles, ni largas, por lo que la diferencia de precio entre ambas opciones (5 euros las escaleras por 8 el ascensor) parece bastante exagerada. Desde arriba se tiene una vista excelente de la Plaza del Duomo y de todos los tejados del centro, aunque quizá lo más interesante sea poder pasear y contemplar de cerca todos los pináculos y torres de la Catedral.

Galería Vittorio Emanuele

MilanEs algo exagerado dada la importancia de uno u otro lugar, pero la primera vez que vi la galería, de noche, iluminada, con su espectacular arco de entrada desde la Plaza del Duomo, la sensación fue parecida a descubrir- también de noche- la Plaza de San Marcos de Venecia.

Evidentemente, una vez obviada esa primera impresión, las cosas vuelven a su sitio y la galería de Milán se queda como un pequeño cruce de calles cubiertas con cristal, ricamente decoradas y llenas de tiendas de lujo, que posiblemente lo conviertan en uno de los centros comerciales con mas solera y tradición del mundo, pero solo en eso, un centro comercial muy bonito.

La galería ocupa apenas dos tramos de calle que se cruzan en una plaza central con una bóveda de cristal. En ella encontramos algunas tiendas de moda de gran lujo, restaurantes elegantes y, como no, el inevitable McDonalds.

Dependiendo de la atracción que sintamos por las tiendas o que decidamos comer en alguno de sus restaurantes, se puede recorrer toda la galería con calma en cuestión de diez minutos.

Il Cenacolo – La última cena

Mucho valor artístico concentrado en apenas una pared. El fresco de Il Cenacolo, de Leonardo da Vinci, se expone en la Iglesia de Santa Maria delle Grazie, en un entorno excepcionalmente protegido y con las visitas controladas y limitadas. No por ello, visitarlo deja de ser una experiencia artística impresionante, si bien si que puede convertirlo en algo bastante complicado. Una vez dentro, podemos entender el por qué de la seguridad y la conservación extrema, ya que el fresco se encuentra notablemente descolorido.

Las visitas se realizan con reserva de hora. Las entradas pueden comprarse por Internet en paquetes como éste. Cada 15 minutos, entran a la sala donde esta el fresco 25 personas, que pueden ir saliendo una vez visto, pero que salen imprescindiblemente a los 15 minutos de haber entrado. Entonces, con un gran despliegue de seguridad, en el que -por ejemplo- nunca puede haber dos puertas de una cámara abiertas a la vez, entra el siguiente grupo.

Esto hace que el número de visitantes que pueda verlo al día sea muy limitado y que la reserva de hora varias semanas o días antes, dependiendo de la época del año, sea casi imprescindible.

Si no se tiene, se pueden hacer dos cosas: En los días de diario de temporada baja, se puede ir a primera hora de la mañana, esperar que haya habido alguna cancelación y planificar la visita a toda la ciudad según el horario que nos hayan dado.

También, a veces, en la puerta, hay guías de empresas privadas de turismo que disponen de billetes para sus grupos y que los pueden vender por un sobreprecio o tours guiados completos que incluyen la entrada para visitar esta obra.

Quadrilatero d’Oro

Milan

Tiendas, grandes marcas, lujo, precios altos y eso llamado “glamour” por todas partes. Cuando me hablaron de esta zona de grandes y caras tiendas me imagine una avenida al estilo de los Campos Elíseos en Paris o, más de andar por casa, de la calle Serrano de Madrid.

Nada más lejos de la realidad. En realidad, las calles donde se concentran estas tiendas son casi de lo más estrecho de una ciudad que se caracteriza por muchas avenidas anchas.

Se trata de una zona comprendida ligeramente al noreste de la Plaza del Duomo, casi ya en la zona de San Babila.

En tres o cuatro calles paralelas y perpendiculares unas con otras se concentran los grandes nombres de la moda y los complementos: Armani, Gucci, Dior o Louis Vuitton entre otros. A quien disfrute viendo ropa cara en los escaparates le alegrara la vista y, a quien no, le dejara un poco indiferente.

Castello Sfozesco

Se habla poco de el, pero es una visita monumental muy agradable en el centro de Milán. Por una parte, por su valor arquitectónico como castillo- con sus altos muros, sus torreones de ladrillo granate e incluso sus fosos- y por otra por su entorno natural, en mitad de un gran jardín con la vista del Arco della Pace al fondo, y sus exposiciones temporales. Ideal para relajarse después de un día de paseo… o de compras.

La Scala

Otro de los edificios mundialmente conocidos de Milán, aunque mas por lo que pasa dentro de el que por su valor arquitectónico. Esta en la zona de la Plaza del Duomo, a pocos metros de la salida norte de la galería Vittorio Emanuele.

Los mas afortunados -y pudientes- pueden intentar conseguir entradas para alguna de las sesiones de opera que se celebran allí. Los que no, se conformaran con verlo desde fuera y, como mucho, tener una visita guiada y entrar al Museo del edificio si coincide con un momento en que no haya ensayo, representación o preparación.

Si alguien quiere probar suerte con las entradas de Ópera, tiene una oficina de venta en los pasillos de la estación de metro de Duomo.

San Siro

Una visita que será emocionante para los grandes amantes del fútbol, pero altamente decepcionante para quien no lo sea (entre otras cosas, porque hay que desplazarse muy lejos del centro para visitarlo). Durante los días de diario, siempre que no haya partido, se organizan visitas guiadas al estadio donde se pueden ver las gradas, el césped, el palco y otras partes que no suelen ser accesibles durante un partido para el gran público, antes de pasar al Museo. La gran experiencia es poder ver un partido del Inter o el Milán en el estadio (como ambos lo comparten, suele haber un par de partidos cada semana durante casi toda la temporada), pero si no se consiguen entradas, es un buen premio de consolación para los aficionados.